Extraído del libro «Confiando en Dios, aunque la vida duela»
Autor: Jerry Bridges
Editorial CLC
No es una tarea sencilla depositar nuestra confianza en Dios en los momentos de dificultad. La mayoría de nosotros evitamos el dolor y anhelamos que desaparezca lo más rápido posible cuando se presenta. Incluso el apóstol Pablo, en un acto de desesperación, oró tres veces para que Dios le liberara de su sufrimiento antes de comprender que la gracia divina era suficiente. José, en el libro de Génesis, solicitó al copero del faraón que lo sacara de la prisión (Génesis 40:14). El escritor de Hebreos, de manera franca, reconoció que ninguna disciplina parece placentera en el momento, sino más bien dolorosa (Hebreos 12:11).
“Confiar en Dios es tan significativo como obedecerlo”
Siento compasión por aquellos que encuentran dificultades en confiar en Dios en medio de la adversidad. Personalmente, he experimentado esta lucha, conociendo la angustia, la desesperación y la oscuridad que invaden nuestras vidas cuando nos cuestionamos si Dios realmente se preocupa por nuestras situaciones difíciles. A lo largo de gran parte de mi vida adulta, he animado a las personas a buscar la santidad y obedecer a Dios. No obstante, debo admitir que, en muchas ocasiones, confiar en Dios parece ser más complicado que obedecerlo. La Biblia nos muestra que la voluntad de Dios es lógica y razonable, pero las circunstancias que exigen nuestra confianza en Él suelen parecer irracionales y misteriosas. Confiar en Dios es tan significativo como obedecerlo.
“Cuando no confiamos en Él, ponemos en duda Su soberanía y cuestionamos Su benevolencia”
Cuando desobedecemos, desafiamos la autoridad de Dios y menospreciamos Su santidad. Sin embargo, cuando no confiamos en Él, ponemos en duda Su soberanía y cuestionamos Su benevolencia. En ambos casos, proyectamos desafíos contra Su majestuosidad y Su carácter.
Para creer en Dios, debemos mirar constantemente nuestras adversidades a través de los ojos de la fe, en lugar de depender del mero sentido común. Al igual que la fe en la salvación proviene de escuchar el mensaje del evangelio (Romanos 10:17), la fe para confiar en Él en medio de situaciones difíciles proviene de la Palabra de Dios. Solo cuando aplicamos las Escrituras a nuestros corazones con la guía del Espíritu Santo, podemos recibir la gracia de confiar en Dios en tiempos de sufrimiento.
Las Escrituras nos enseñan tres verdades fundamentales sobre Dios en relación con la adversidad, en las que debemos creer si deseamos confiar en Él en situaciones difíciles:
- Dios es absolutamente soberano.
- Dios es infinitamente sabio.
- Dios es perfecto en amor.
Conocer el nombre de Dios implica una relación íntima y personal con Él, mucho más que simplemente acumular conocimiento sobre Él. Esto se logra buscándolo en medio de nuestro dolor y descubriendo que es digno de confianza. Solo cuando lo conocemos de esta manera íntima, podemos creer y confiar.
Muchos individuos modernos responden a la antigua pregunta "¿por qué?" atribuyendo eventos a la casualidad, la suerte, la fortuna o el destino. Esto es comprensible si uno rechaza la idea de Dios, como lo hacen muchos. Algunos, aunque no rechazan la idea de un Dios único, crean un dios a su medida. Similar al deísmo del siglo XVII, creen en un Dios que creó el universo y luego lo abandonó para seguir sus propias leyes naturales y depender de los recursos humanos. Incluso en la actualidad, existen cristianos que piensan de manera similar. Aunque aceptan la soberanía de Dios, creen que Él prefiere no intervenir en las actividades diarias de nuestras vidas. Ten por sentado que Dios quiere involucrarse en tu vida, ayudarte, ser tu padre protector, ser tu pastor. Depende de tí ponerlo en el centro de tu vida.
“Nuestro sufrimiento tiene un propósito en el plan eterno de Dios, y Él solo trae a nuestras vidas lo que contribuye a Su gloria y a nuestro bienestar”
Tanto creyentes como no creyentes experimentan ansiedad, frustración, dolor y decepción. Algunos enfrentan un dolor físico intenso y tragedias catastróficas. Sin embargo, lo que distingue el sufrimiento de los creyentes y no creyentes es la confianza en que nuestra adversidad está bajo el control de un Dios todopoderoso y amoroso. Nuestro sufrimiento tiene un propósito en el plan eterno de Dios, y Él solo trae a nuestras vidas lo que contribuye a Su gloria y a nuestro bienestar.
Dios tiene el control absoluto; Él es soberano. Él actúa de acuerdo con Su voluntad y determina si podemos llevar a cabo nuestros planes. La esencia de la soberanía de Dios reside en Su independencia absoluta para hacer lo que le complace y en Su control total sobre las acciones de todas Sus criaturas. Ninguna criatura, persona o imperio puede frustrar Su voluntad ni actuar más allá de Sus límites.
La confianza en la soberanía de Dios en todo lo que nos afecta es esencial para nuestra fe en Él. Si hubiera un evento en todo el universo que pudiera ocurrir sin el control soberano de Dios, no podríamos confiar en Él. Aunque Su amor sea infinito, si Su poder y propósito pueden ser frustrados, no podemos depositar nuestra confianza en Él. Pueden confiarme sus posesiones más valiosas, y puedo amarlos y desear sinceramente proteger su confianza, pero si carezco del poder o la habilidad para salvaguardar sus tesoros, en realidad, no pueden confiarme en ellos.
Ningún cristiano que se adhiere a la Biblia debería tener dificultades para creer en los milagros que Dios puede y ha realizado como manifestaciones de Su intervención soberana directa en la vida de las personas. Independientemente de nuestras perspectivas teológicas sobre los milagros en la actualidad, todos aceptamos de manera inequívoca la validez de los milagros registrados en las Escrituras. Pero creer en la soberanía de Dios cuando no vemos Su intervención directa, cuando parece estar trabajando tras bastidores a través de circunstancias y personas comunes, es aún más relevante, ya que esta es la forma en que Él a menudo opera.
La respuesta al título de este artículo es SÍ, puedes confiar en Dios, pero no se trata de una cuestión de sentimientos sino de la voluntad. No siento deseos de confiar en Él cuándo la adversidad me golpea, pero puedo elegir hacerlo aun cuando no lo desee. Sin embargo, ese acto de voluntad, se debe basar en la fe, porque es la verdad. La verdad en la que debemos creer es que Dios es soberano. Él hace Su buen propósito y éste nunca se frustra; Él dirige y controla todos los eventos y todas las acciones de Sus criaturas de tal forma que nunca pueden actuar fuera de Su voluntad soberana. Debemos creer y aferrarnos a esto cuando enfrentemos la adversidad y la tragedia, si queremos glorificarle confiando en Él.